Danza en la cosecha
Danza en la Cosecha
En un pequeño pueblo, ubicado en el corazón de un vasto bosque otoñal, vivía Liora, una joven recolectora de aromas. Cada otoño, ella recorría el bosque buscando los aromas que marcaban el cambio de estaciones y el final de otro año de cosecha.
Una mañana, mientras caminaba bajo el dosel de árboles, un aroma picante y fresco capturó su atención. Eran las hojas de los árboles de jengibre, bailando al viento y mezclándose con el suave aroma de las manzanas rojas y las peras que caían de sus ramas. La naturaleza parecía estar celebrando su propio ritual de gratitud.
Liora siguió ese rastro aromático hasta llegar a un claro, donde encontró a Eldric, un alquimista conocido por transformar los frutos de la tierra en esencias mágicas. Estaba rodeado de cristales llenos de ámbar, que brillaban con una luz dorada y desprendían un aroma cálido y envolvente.
Eldric le mostró a Liora cómo el ámbar, cuando se combinaba con la rara haba tonka, podía capturar la esencia de la gratitud y la satisfacción que todos sentimos al reflexionar sobre nuestras bendiciones y logros. Juntos, mezclaron estos ingredientes, creando una esencia que evocaba la riqueza y profundidad de la cosecha.
Mientras el sol comenzaba a ponerse, Liora y Eldric se aventuraron más profundo en el bosque, donde encontraron a Sylva, una guardiana del bosque con la habilidad de comunicarse con las plantas. Sylva les presentó el pachulí, una planta que crece en las sombras y cuyo aroma terroso simboliza la conexión con la tierra y la base de todos nuestros logros.
Los tres, unidos por la magia del otoño, crearon "Danza en la Cosecha", una vela que representa el viaje de gratitud desde la caída de las primeras hojas hasta la celebración de la cosecha. Cada vez que se enciende, invita a todos a detenerse, reflexionar y bailar en gratitud por la vida y por todo lo que hemos logrado.
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